“En el jardín de la casa, arrinconados tras un contenedor, escondidos de la vista de los curiosos, se encontraban un recogedor y una escoba. La escoba era tremendamente altiva y siempre presumía y se pavoneaba delante del recogedor.
— Mi trabajo es mucho más importante que el tuyo. ¡No hay quién lo discuta! — repetía una y otra vez la engreída escoba.
Una noche, hizo mucho viento y, a la mañana siguiente, aparecieron caídas todas las hojas y ramas secas de los árboles por todo el jardín.
La escoba se levantó enseguida y empezó a barrer, tiesa y orgullosa, todas las hojas y ramas desparramadas por la tierra, haciendo un gran montón; pero al no poder recogerlas para echarlas al contenedor, las dejó allí.
— ¿Quieres que te ayude? — dijo el recogedor, ofreciendo su ayuda a la escoba a pesar de todos sus desaires.
La escoba, que era muy soberbia, mirándolo con desprecio, no se dignó a contestarle.
Esa noche volvió el viento, y todas las hojas volaron de nuevo por el jardín, echando a perder el trabajo del día anterior.
La escoba se estiró todo lo que pudo delante del recogedor y, otra vez, empezó a barrer todas las hojas secas amontonándolas en la parte más escondida del jardín, con la esperanza de que no volviera a suceder lo mismo.
— ¿Necesitas ayuda? — le dijo el recogedor, de nuevo.
Como si fuera sorda, la escoba no contestó y se dirigió a su rincón para dormir.
Esa noche, el viento azotó aún con más fuerza que los días anteriores y, hojas, ramas secas, papeles y plásticos volaron por todas partes, dejando el jardín muy sucio.
La escoba, desesperada, miró al recogedor que, esta vez, miró hacia otro lado.
Comenzó a barrer de nuevo cabizbaja y pensativa. Cuando hubo amontonado toda la basura, pidió ayuda al recogedor.
— ¿Me puedes ayudar por favor? Nunca voy a terminar de limpiar el jardín sin tu ayuda — admitió por primera vez con humildad.
Entre la escoba y el recogedor echaron todas las hojas al contenedor, que les estaba esperando con la tapa abierta, dejando el jardín muy limpio. Por fin, la escoba tuvo que admitir, que uno sin el otro, no podría desarrollar bien su trabajo, y que los dos juntos, formaban un gran equipo”.
¿Lecciones de esta hermosa historia?
Este impactante relato, publicado por Marisa Alonso Santamaría la Poetisa, en el blog Guiainfantil.com, nos resalta ese aspecto tan crucial de la actividad de los seres humanos: El acertado Trabajo en Equipo
El liderazgo actual ha comprendido cabalmente la vital importancia de que las personas sean capaces de entenderse, apoyarse, complementarse, respetarse mutuamente y trabajar unidos por la obtención de elevados objetivos grupales.
Cuando no se logra esa integración ni se conforman equipos de trabajo orientados al logro y donde todos se sientan tomados en cuenta, entonces las organizaciones nunca alcanzan los objetivos buscados.
Las empresas modernas han puesto mucho énfasis en la estructuración de excelentes equipos, empoderando a sus colaboradores y dándoles una elevada autonomía y respaldo para que se sientas a gusto, estimulados, motivados y con clara orientación hacia la obtención de las metas trazadas por la institución, empresa o cualquier tipo de organización
Obviamente, el acertado trabajo en equipo requiere que el orgullo y la soberbia (tal como la escoba de nuestra historia) sea superado y se imponga la humildad, respeto y valoración por el trabajo del otro, para que TODOS se sientan tomados en cuenta y participes de los logros grupales
Para concluir les dejo este pensamiento:
Invito a todos a elegir el perdón en lugar de la división, el trabajo en equipo en lugar de la ambición personal. Jean-Francois Cope
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Waldo Negrón
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