Donald Trump volverá a ser presidente de Estados Unidos tras ganar este miércoles las elecciones con un programa antimigración, proteccionista en lo comercial y contrario a lo políticamente correcto que estremece al mundo.
El candidato republicano suma 276 votos electorales frente a 219 de su rival, la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, según resultados provisionales de los medios de comunicación. Necesitaba 270 para ganar.
«Hemos hecho historia», proclamó Trump, de 78 años, a sus seguidores en West Palm Beach, Florida, rodeado de su familia, incluida su esposa Melania.
«Vamos a ayudar a nuestro país a sanar. Tenemos un país que necesita ayuda, y la necesita con urgencia. Vamos a arreglar nuestras fronteras», les dijo de madrugada.
Durante la campaña, el republicano aseguró a sus huestes que va a expulsar a los migrantes en situación irregular porque, según él, «envenenan la sangre» del país. Los tacha de «terroristas», «violadores», «salvajes» o «animales» salidos de «cárceles y manicomios».
Prometió reconquistar las ciudades tomadas, según él por migrantes, y sellar la frontera con México para asegurarse de que no entren más sin visa. El día de la victoria será el de «la liberación», martilleó.
Este miércoles afirmó que podrán venir pero legalmente.
Todo le salió a pedir de boca porque además de ganar las presidenciales, el Partido Republicano, bajo su control desde que irrumpió en política, arrebató el control del Senado a los demócratas.
Trump incluso presumió de haber ganado el voto popular. Si una vez finalizado el cómputo se confirma, sería la primera vez que un republicano lo consigue en dos décadas.
«Intentos de asesinato»
Después de una campaña atípica, en la que fue blanco de dos intentos de asesinato, el millonario ha hecho historia.
Es el primer presidente con una condena penal y cuatro inculpaciones pendientes y el primero en lograr un segundo mandato no consecutivo desde 1893.
Con un estilo directo, su mensaje cala en la clase trabajadora y en el mundo rural desilusionado con las élites de Washington.
Su regreso a la Casa Blanca sume en la alegría a millones de seguidores reconocibles por sus gorras rojas.
Cerca del escenario donde Trump pronunció su discurso, Ted Saranvis, de 68 años, está tan contento que se ha puesto a bailar con los brazos en alto.
«Me siento extraordinario», dice. «Es un momento increíble, no solo para nuestro país, sino para el mundo entero».
Pero otros tantos quedan traumatizados.
«Ahora tengo miedo, estoy ansiosa. Apenas puedo mover las piernas», reconoció Charlyn Anderson en la Universidad Howard de Washington, el buque insignia de la formación de los estudiantes negros, donde Harris, que se formó allí, tenía previsto dar un discurso que anuló.
La vicepresidenta de 60 años solo tuvo tres meses para hacer campaña desde que el presidente Joe Biden se retiró de la carrera.
Deportaciones masivas
¿Cómo será la segunda presidencia de Trump cuando preste juramento el 20 de enero?
El millonario ha dado pinceladas.
Prometió resolver la guerra en Ucrania y los conflictos en Medio Oriente, aunque no dijo cómo.
Escéptico del clima, se comprometió a cerrar de nuevo la puerta al Acuerdo de París y a perforar petróleo «a raudales».
A nivel comercial prevé imponer aranceles para «traer de vuelta» a las empresas al país.
Parece especialmente preocupado por su vecino del sur.
«Yo diría que México es un desafío tremendo para nosotros» porque «China está construyendo enormes fábricas de automóviles» en el país y «van a venderlos en Estados Unidos», se quejó durante la campaña.
«Sacar del negocio a los cárteles» de la droga fue otra de sus promesas.
Es mucho más vago sobre el derecho al aborto, cercenado por los jueces de la Corte Suprema que se jacta de haber nombrado.
Musk y Kennedy
Preocupan sus amenazas a lo que denomina «enemigo interno» y su sed de venganza.
El mundo, incluidos sus aliados, están nerviosos por lo que pueda hacer, pero ya han empezado a felicitarle. Los primeros han sido China, Francia e Israel.
Pocos detalles han trascendido sobre los futuros miembros de su gobierno, con dos excepciones.
Declaró que confiaría un cargo en la administración al hombre más rico del mundo, Elon Musk, quien hizo campaña por él, y otro a Robert F. Kennedy Jr, vástago del clan político más famoso de Estados Unidos y activista antivacunas, posiblemente «en el cuidado de la salud».
Queda al mando de la primera potencia mundial un hombre de 78 años, que se convertirá en el presidente de más edad en prestar juramento.
Es aún demasiado pronto para decir qué efecto tendrá su victoria en sus problemas judiciales. En teoría se expone a penas de prisión en varios casos.
A diferencia de Trump, que boicoteó la ceremonia de investidura de Joe Biden, el presidente demócrata ya se ha comprometido a participar en la suya y, según su portavoz, en un «traspaso pacífico del poder». (AFP)