Tiempo de charlatanes Noel Álvarez

18 noviembre 2022 | Opinión

Hoy domingo, como casi todos los días, me levanté a las 6 de la mañana. Para no
perder el impulso que traigo desde hace unos cuantos años, me monté en la
balanza de bioimpedancia para registrar las variaciones semanales de mi peso.
Previamente, había preparado mi primer café del día. Posteriormente, extendí una
colchoneta en el piso y durante los siguientes 30 minutos, me dediqué a realizar
estiramientos, de buena parte del cuerpo. Esta actividad diaria me permite
mantener controladas, dos hernias lumbares que me acompañan desde hace
muchos años. Antes de sentarme a redactar mi artículo semanal, salí al balcón a
contemplar la soledad de la calle; ante la ausencia de peatones y vehículos,
levanté la mirada para otear el horizonte por los lados de Petare. Unas nubes
negras me llevaron a pronosticar que, pronto, llegaría la lluvia, algo no muy
extraño en estos días, fenómeno que me mantiene alejado de otra de mis
prácticas domingueras: subir al Ávila.
En este nublado amanecer, con el pensamiento sereno, reflexiono sobre que, las
épocas de crisis son el escenario ideal para que todo un conjunto de hombres y mujeres
de distinta naturaleza aprovechen para vender sus ideas particulares, muchas de
ellas sin fundamento de ningún tipo, pero que, por su peculiaridad gustan a las
masas. Esta circunstancia puede deberse a que la gente tiende a ser más
susceptible y crédula ante situaciones de incertidumbre y miedo. De esa forma
vemos como los profetas que constantemente anuncian la llegada de un salvador
o de una nueva era se hacen cada vez más presentes ante la expansión mundial
de las epidemias.  Asimismo, quienes llevan décadas prometiendo el arribo de un
cambio político tienen mayor eco en momentos como estos.  
Algunas ideologías como el comunismo o los autócratas, por ejemplo, siempre han
tenido un mensaje salvador, la promesa de un edén donde todos serán prósperos
y felices. Pero como ya expresaba Friedrich Hayek, en su obra literaria La fatal
arrogancia. Los errores del socialismo, es un defecto de académicos e individuos
incapaces, nunca aceptar sus equivocaciones. Los falsos profetas y charlatanes que
buscan el poder, siempre han existido, el problema es que ahora, gracias al progreso
tecnológico y a la globalización, logran que sus ideas lleguen a un público más
susceptible de asimilar sus predicciones.
Cuando el apóstol Pablo visitó Atenas, fue atentamente escuchado por
representantes de dos escuelas enfrentadas que se odiaban a muerte y ninguna
quería ceder en lo que pensaban: los epicúreos y los estoicos. Los primeros
defendían el placer y la corrupción. Ellos se conformaban con su discurso de
siempre: bla, bla, bla. Cuando Pablo les habló de Cristo, respondieron con mucha
prepotencia que no estaban interesados en el destino del hombre.
Los estoicos, por el contrario, creían en las virtudes del hombre. Consideraban
que, así como había un orden en la naturaleza, también el hombre debía observar
una conducta ordenada. De allí que el término castellano “estoico” haya llegado a

significar “fortaleza en la adversidad”. Pablo les habló a los dos grupos de la
conducta que debía gobernar la vida del hombre y la cual, muchos, creemos que
todo político debe observar, a fin de lograr adecentar una sociedad carcomida por
los principios de los epicúreos.
Nicolás Maquiavelo, por su parte, presentó la idea que la política exige a quienes
en ella desean participar, la renuncia de valores morales y éticos, pues estos
representan un obstáculo para conseguir el éxito. El filósofo florentino aseguraba
esto porque, según él, la mayoría de los seres humanos, y especialmente los
políticos, son movidos por ambiciones personales, de tal manera que no dudan en
pasar por encima de cualquier principio ético, con tal de lograr sus propósitos.
Si todos aceptáramos como válida la tesis de Maquiavelo, difícilmente alguien
lograría éxito político siguiendo fielmente las normas de justicia, honestidad y
sinceridad. La demagogia cobra importancia dentro de la política en la medida en
que facilita acceder al poder y conservarlo. Esta forma política representa un
engaño premeditado, viola las normas de sinceridad y espontaneidad, sin
embargo, esto pareciera importarles muy poco a quienes solo buscan utilizarla
como un instrumento de poder.
Estoy seguro, y es parte de mi apuesta política, que cuando la gente se recupere
de su “embrutecimiento político”, las tretas de los charlatanes dejarán de
funcionar. Una verdad universal, no escrita, pero bastante difundida, propugna
que, los dictadores requieren la ayuda de los gobernados, sin la cual no podrían
disponer de las fuentes de poder, ni conservarlas. Para corroborar esto, Nicolás
Maquiavelo escribió: “… el que tiene a todo el pueblo por su enemigo, nunca
puede estar seguro, y mientras mayor sea su ignorancia política, más débil se irá
volviendo su régimen”. Claro, en tiempos del florentino no existía la tecnología
para controlar las decisiones, ni las elecciones.
*Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE
Noelalvarez10@gmail.com

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