Semana Mundial de la Orquesta reune jóvenes venezolanos en Nueva York

15 agosto 2024 | Arte y Espectáculo

Valentía. Esa fue la palabra que encontró el músico, compositor y director de orquesta barquisimetano Gustavo Dudamel para describir a los más de 700 jóvenes que llegaron a Nueva York el 25 de julio para hacer música, durante 7 días, en la Semana Mundial de la Orquesta.

“Se requiere mucha valentía, sobre todo en un momento tan difícil”, dijo en entrevista con The New York Times. “Ellos traen belleza, esperanza, optimismo y orgullo de su identidad nacional. Esta es una generación nueva”, subrayó.

Para muchos estudiantes, la Semana Mundial de la Orquesta, la primera de su tipo en la historia del Carnegie Hall de Nueva York, brindó un momento de escape de la agitación política y económica que viven sus países. Entre ellos los 169 niños y adolescentes pertenecientes a la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, cuyo tiempo en el festival coincidió con el estallido de violencia y malestar sufrido tras unas aún disputadas elecciones presidenciales el pasado 28 de julio que dieron como ganador a Nicolás Maduro y que la comunidad internacional reconoce como fraudulentas.

Algunos participantes, según reseñó el medio, en ocasiones se sentían culpables porque estaban en un lugar seguro y cómodo mientras sus familiares sufrían. Al menos por unos minutos, aseguraban, “podemos olvidar todo lo malo del mundo y centrarnos en lo que amamos”.

Semana Mundial de la Orquesta

El renombrado Centro de Convenciones Jacob K. Javits, ubicado en Manhattan, con sus 1,8 millones de pies cuadrados, lo que lo convierte en uno de los centros de convenciones más grandes de Estados Unidos, fue el lugar que los músicos, provenientes de casi 40 países, llamaron “hogar” durante su estancia. Allí ensayaban antes de presentarse en el famoso Carnegie Hall.

Cuando no estaban practicando Beethoven, Ginastera o música folk, cuenta la publicación que los jóvenes recorrían Nueva York en barco, autobús y metro, aventurándose a comer todo lo que fuese posible en sus minutos de ocio. A su vez, con la ayuda de aplicaciones de traducción e Instagram, construyeron amistades interculturales, compartieron canciones de Taylor Swift, consejos para dominar ritmos complicados y fotografías de sus celebridades favoritas.

Era como si estuviesen viendo y viviendo todo por primera vez: desde probar una pizza o comer un helado, hasta recorrer espacios como la famosa Escuela Juilliard, las Naciones Unidas o visitar la cima del Rockefeller Center.

Sin embargo, noche tras noche y a sala llena, los estudiantes fueron la principal atracción del Carnegie, interpretando a Tchaikovsky, Mahler, Dvorak y más con sus orquestas.

Los venezolanos encendieron el espacio con un bis del mambo de West Side Story; los afganos (que habían huido de Kabul a Portugal después de que los talibanes reafirmaron el control en 2021) se ganaron vítores por un programa que presentaba instrumentos tradicionales como el rubab, el sitar y la tabla; los israelíes presentaron Scheherazade de Rimsky-Korsakov, inspirada en la historia de una mujer que debe contar historias para salvar su vida.

Pero a pesar del éxito obtenido, día tras día, el trauma de la guerra resurgía de maneras inesperadas.

“Para nosotros la guerra es constante”

Desde su fundación, la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela ha sido elogiada por su impecable ejecución y profunda pasión por la música. En esta gira tuvieron la oportunidad de compartir escenario con orquestas juveniles de renombre de todo el mundo. Provenían de China, Nigeria, Mozambique, Alemania, Afganistán, Israel, Ucrania y Estados Unidos, reafirmando su posición como una de las agrupaciones más destacadas de su generación.

Este 2024, no es solo el trabajo y la pasión por la música lo que une a los estudiantes, sino la realidad de sus países: combates, migraciones, enfrentamientos y luchas políticas.

Se respiraba,  a pesar del ánimo, mucha ansiedad. Destaca The New York Times aquella vez en la que sonó una alarma de incendio durante uno de los ensayos que, a algunos de los más pequeños, les recordó a una sirena antiaérea.

Miembros de Polyphony, agrupación que reúne a jóvenes músicos árabes y judíos, preguntó al instante si en Estados Unidos había refugios antiaéreos. “Todo el mundo estaba muy tranquilo al respecto», dijo una de las violinistas de la agrupación, palestina de 17 años. «Pero para nosotros, la guerra es constante».

La música le había permitido mantenerse firme desde que estalló la guerra entre Israel y Hamas en octubre. «La guerra me entristece, pensando en todos los civiles inocentes», dijo.

La Semana Mundial de la Orquesta fue concebida por el Carnegie Hall antes de la invasión rusa de Ucrania, la guerra entre Israel y Hamas y la grave situación de Venezuela. Los mejores directores y solistas firmaron para dirigir las agrupaciones juveniles en programas que incluían arduos elementos básicos del repertorio y piezas con un estilo más local.

Dudamel: “Creo en una Venezuela libre y democrática”

Al igual que en su debut internacional en Ginebra, Suiza, en abril de 2023, la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela estuvo bajo la batuta de Gustavo Dudamel, director musical de El Sistema y figura emblemática de la escena musical mundial.

Dudamel, quien también formó parte de la primera selección nacional infantil de El Sistema en 1995, expresó su profunda satisfacción al presenciar el crecimiento y el talento de las nuevas generaciones de músicos.

«Ver esta generación con este nivel artístico, con este profesionalismo, es volver al principio de todo». Él mismo actuó en una cafetería de las Naciones Unidas en Nueva York cuando era violinista de la sinfónica infantil a mediados de los años 90.

Refiriéndose a la valentía con la que calificó  a los músicos por hacer música en un momento difícil, dijo a The New York Times: “Creo en una Venezuela democrática. Lo más importante es el pueblo y la voz del pueblo”.

Con ello, se pronunció ante la situación actual de Venezuela tras las pasadas elecciones en la que se proclamó a Nicolás Maduro como presidente, pero en las que ganó –según las actas oficiales– el opositor Edmundo González Urrutia.

En un video, además, levantó su puño. “Adelante siempre”, dijo, o “siempre adelante”.

Mientras tanto, en talleres dentro del campus de la Universidad de Nueva York, donde se alojaban, muchos de los estudiantes practicaban técnicas de relajación y se desahogaban sobre la vida en casa.

Las actividades, para algunos, parecieron forzadas a veces. Pero después de algunos silencios incómodos, los estudiantes se acercaron unos a otros hasta llegar a escribir sus deseos para el mundo en cintas de raso. Sus palabras se exhibieron en el Carnegie Hall antes de cada concierto.

“Las mujeres deben tener su voz y sus sueños”, escribió una estudiante de Afganistán. “Liberación de todos los pueblos oprimidos”, enfatizó uno de Nigeria. “Que el amor venza la guerra”, dejó en claro uno de China. Los jóvenes músicos intentaron concentrarse en la música. Pero la política y los disturbios seguían interfiriendo la mayoría de las veces.

Tocar, cantar, luchar

Ivan Fischer dirigió la Orquesta Juvenil de la Unión Europea en una interpretación de la Sinfonía núm. 1 de Gustav Mahler. Marin Alsop subió al podio con la Orquesta Nacional Juvenil de los Estados Unidos de América para interpretar Rhapsody in Blue de Gershwin con el pianista Jean-Yves Thibaudet.

Lü Jia dirigió la Orquesta Juvenil de Beijing en la Sinfonía núm. 5 de Tchaikovsky y Teddy Abrams dirigió un estreno mundial de Jasmine Barnes con NYO2, un conjunto estadounidense.

Además del mambo de West Side Story, Gustavo Dudamel presentó la Sinfonía No. 5 de Beethoven, entre otras piezas, con la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela. También dirigió una obra masiva con una orquesta de casi 700 personas en el Javits.

The New York Times reseñó que durante el concierto el ambiente fue festivo. Los asistentes venezolanos ondearon pañuelos y banderas del país e incluso llegaron a gritar: “¡Venezuela libre!”.

Moisés Primera, un flautista de 17 años, citó el lema de El Sistema desde el escenario: “Tocar, cantar y luchar”.

Desde el podio, Dudamel, que se convertirá en director musical y artístico de la Filarmónica de Nueva York en 2026, no abordó directamente la política del momento. En un breve discurso, describió el orgullo que sentía al observar a los estudiantes. “Esta es la Venezuela que queremos”, afirmó.

En la obra en el Javits Center, los 700 estudiantes interpretaron un movimiento de la Sinfonía No. 7 de Beethoven, una obra de Ginastera y Olympic Fanfare and Theme de John Williams.

Pensando en sus familias en Venezuela mientras concluían sus exitosos shows, los músicos señalaron: “Estamos tristes, pero tenemos que mantenernos concentrados. Estamos tratando de darle a la gente esperanza, alegría y felicidad con las notas que tocamos. Tenemos que darles la motivación para seguir adelante”.

La noche del concierto de los venezolanos, reportó The New York Times, un grupo defensor de derechos humanos exhibió un cartel afuera del Carnegie Hall acusando a Gustavo Dudamel de actuar como “títere y secuaz” de Nicolás Maduro, quien se atribuyó la victoria en una elección que los observadores internacionales han descrito como antidemocráticas. Señalaron que El Sistema, que enseña música a niños y niñas, muchos de ellos de familias de escasos recursos, está financiado por un gobierno corrupto.(EN)

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