¿ Recobraría fuerza la posición de Henry Kissinger en la guerra de Ucrania ? Por Pedro Camacho

23 febrero 2025 | Opinión

A mediados de 2022, a pocos meses del inicio de la guerra de Ucrania, el ex secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, sugirió al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que con el propósito de concluir la guerra de la manera menos traumática posible, Rusia conservaría parte del sureste de Ucrania y la península de Crimea. El rechazo de Zelenski no se hizo esperar. En un tono firme  manifestó que “Kissinger emerge del pasado” al exigir que Ucrania le dé un pedazo de territorio a Rusia para que esta nación no quede marginada de Europa.
 
El planteamiento de Kissinger se habría fundamentado en que en toda negociación belicista, de no tomar las medidas a tiempo, las tensiones entre las partes involucradas serían muy difíciles de conciliar. Como experimentado negociador de larga data, se pronunciaba a favor de un acuerdo entre ambos países según el cual, ninguna de las dos naciones lograría que la otra regresara a su posición territorial original por lo cual , se obtendría un “balance de insatisfacción”. Es innegable que la aspiración plena de ambas naciones consiste en ganar la contienda sin ceder ni un ápice, una victoria muy poco probable si se toma en cuenta el desgaste que para ese momento comenzaba a notarse. Hoy en día, definitivamente , Ucrania no estaría en condiciones de triunfar sin conceder una porción de su territorio y Rusia apostaría por no perder el conflicto luego de haber conquistado tanto espacio. 
 
El aspecto relevante de la postura de Kissinger consiste en que después de tres años de una guerra sin cuartel en la búsqueda de una rendición incondicional de la otra parte, el 12 de febrero de 2025, el nuevo secretario de defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth,  habría afirmado que no es realista que Ucrania pueda volver a sus fronteras anteriores a 2014 como resultado de un acuerdo de paz,  aseveración que habría dado pie a una conversación entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin para iniciar  las negociaciones con el propósito de lograr la armonía en el área en conflicto lo cual, a su vez, derivó en el reciente encuentro entre los cancilleres de Estados Unidos y  Rusia, en Riad.  Para sorpresa de muchos, Zelenski hace unos días se habría inclinado a favor de un intercambio de territorios con Rusia mediante “negociaciones serias”.
 
Es importante recordar que los nexos entre Ucrania y la OTAN se remontan a los años 1990 y 2000. Durante ese periodo se llevaron a cabo reuniones informales con el objeto de que la Alianza atlántica se abocara a examinar seriamente la aspiración de Ucrania a convertirse en uno más de sus miembros pero las conversaciones se fueron postergando y en 2008, la  canciller de Alemania, Ángela Merkel, procedió a vetar oficialmente su ingreso, ya que a su juicio, más allá de evitar una escalada militar con Rusia, el país no estaba políticamente estable. La situación llegó a tensarse en el instante en que Crimea fue anexada a Rusia en 2014. Esta decisión unilateral de Putin se tradujo en una intervención militar rusa a la península y oscureció aún más el paisaje en su conjunto. Poco tiempo después del comienzo de la guerra, El canciller de Alemania Olaf Scholz se opuso a la solicitud formal de Ucrania para adherirse a la OTAN al aducir  que asuntos políticos de Ucrania entorpecían las negociaciones para su membresía. Sobre el particular, Kissinger en fecha más reciente, comentó que Putin había “cometido un error catastrófico” pero que Occidente no estaba libre de culpa en virtud de que “ la decisión de dejar abierta la adhesión de Ucrania a la OTAN, fue equivocada”. 
 
El panorama en la actualidad estaría más complicado. El ingreso de Ucrania a la OTAN en plena contienda militar, pese a la reanudación de las conversaciones en el seno de la Organización, podría transitar una ruta más áspera que en el pasado por razones de “timing”. El momento propicio desde el punto de vista político no es el mejor, debido a que, de ser aceptada Ucrania, quedaría amparada por el artículo 5 de la OTAN cuyo texto establece que un acto de fuerza militar a un miembro de la OTAN representa una agresión a todas las naciones de la Alianza y se vería como una provocación de parte de Occidente que podría convertir el conflicto en una conflagración mundial. Esta es razón por la cual los miembros de la Organización continúan  atrasando la decisión que tanto anhela Zelenski. 
 
Se tiene la impresión que la propuesta de Kissinger acerca de la cesión de territorios de parte y parte aún parecería estar en vigor, por otro lado, si a Ucrania se le hubiera prestado la debida y oportuna atención para incorporarla como miembro de la OTAN, posiblemente el infortunado  panorama bélico de hoy no hubiera existido. Se ha perdido mucho tiempo pero nunca es tarde. El horizonte continúa reducido y, mientras tanto, la Unión Europea mueve sus piezas. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, convoca a una segunda cumbre de países europeos y Canadá. Sin embargo, si bien al final del túnel aún la luz no aparece nítida, se asoma un faro cuya iluminación, aun siendo muy vaga, pudiera servir de guía a la esperanza en la cual, debería prevalecer la delicada acción diplomática y la voluntad política de todos los gobiernos seriamente afectados en la disputa. 

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