Rendibú de Cuentas.
Por Natalio Valery
Da dolor ver a nuestro país en el estado de ruina que este gobierno lo tiene sumergido, y más dolor da, ver a nuestra Guayana aun peor. Su construcción no ha sido nada fácil, se remonta al siglo XIX cuando familias enteras provenientes del viejo continente de diversas nacionalidades, española, italiana, francesa (corsa), portuguesa, alemana y otras, llegaron en la búsqueda de nuevos horizontes para quedarse de por vida, y conjuntamente con las originarias y de otras regiones del país, la concibieron.
A Guayana, tierra bendecida por Dios, le ha caído en las dos últimas décadas, las siete plagas de Egipto, la pisada de Atila y la furia de los piratas de los siete mares. Guayana es la alternativa no petrolera, lo dijeron quienes la planificaron con base en sus inmensas riquezas.
El desarrollo de Guayana comenzó por la ganadería y la explotación del balata, sarrapia y caucho, posteriormente el oro, hasta llegar a la explotación del mineral de hierro y con el aprovechamiento del potencial de sus ríos, entre estos el Caroní, insumo de primerísima necesidad para la producción a través de Plantas, de la materia prima necesaria a fin de obtener aceros y aluminio, y posteriormente convertirlos en productos semi elaborados y elaborados.
La construcción de este conglomerado de industria, llevo años levantarlo y en menos de lo que canta un gallo, fue destruido por recién llegados con objetivos diferentes a los de quienes lo construyeron.
Así como en Guayana se planificó el desarrollo industrial y de la pequeña y mediana industria, también fue planificada la ciudad que acogería a los ciudadanos, quienes directa e indirectamente participarían en ese desarrollo, el cual ha estado y sigue estando afectado en su infraestructura, por las pésimas políticas e improvisaciones gubernamentales, que han desmejorado servicios esenciales, vialidad, electricidad, aguas blancas y servidas, en zonas habitacionales consolidadas, afectando la calidad de vida de los ciudadanos.
Guayana no solo es rica en minerales metálicos y no metálicos, también lo es, en aguas dulces, en su fauna y flora, áreas donde existe un sinnúmero de especies únicas y bosques. Todas estas riquezas, ya están amenazadas y debemos salirle al paso a quienes pretenden destruirla, de permitirlo, estaríamos desvaneciendo al estado de mayor riqueza del país y con él, a nosotros mismos.
Nombrar a quienes hemos participado en la construcción de Guayana, es muy difícil, porque son muchas las familias que han intervenido, nombrar a sus destructores, es una tarea facilita, son muy conocidos. Llegará el momento del rendibú de cuentas a los ciudadanos de esta hermosa tierra.
Natalio Valery Ávila.