El Gobierno de izquierda de Gabriel Boric, que todavía no cumple seis meses en el poder y gobernará hasta marzo de 2026, tomó la decisión de empujar la convención constitucional, el texto que presentó al país y, luego, a una de las opciones del plebiscito de salida, el apruebo. Pese a las últimas declaraciones del mandatario con un tono de unidad al margen del resultado –”acá no pueden haber vencedores y vencidos”– la unión entre el respaldo al Gobierno y a la nueva Constitución parece evidente para una buena parte de la ciudadanía. En la noche del sábado, Boric envió un nuevo mensaje, esta vez por redes sociales: “País querido, mañana será un gran día. En Chile nuestras diferencias las resolvemos con más democracia, nunca con menos. Estoy profundamente orgulloso de que hayamos llegado hasta aquí”, escribió.
En los últimos meses, las encuestas mostraban la directa relación entre los altibajos de popularidad de La Moneda con los del trabajo de la convención y, luego, la posición ante el plebiscito que se celebra este domingo. “Están condenados el uno al otro, hasta el punto que la suerte de ambos es inseparable. El Gobierno de Gabriel Boric y el proceso constituyente tienen el mismo origen y comparten un mismo destino”, escribía ya en febrero el analista y filósofo Max Colodro, que los caracterizaba como “hijos pródigos de los cambios políticos y culturales que la sociedad chilena vive desde hace más de una década”.
