La madrugada del 8 de enero de 2019, el Barrio Kennedy, una de las zonas más empobrecidas y violentas de la capital venezolana, fue abarrotado por funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional de Venezuela (FAES).
Allí abundan los tiros, el contrabando, los enfrentamientos y la lucha por demostrar quién tiene el poder, ¿los antisociales o funcionarios del Estado?
En esta fecha, algunos agentes fueron recibidos por tiros en la barriada. Estos respondieron al fuego hiriendo a cinco jóvenes, que fueron llevados al hospital y murieron, presuntamente, por la gravedad de sus heridas. Al menos, esa fue la versión difundida por un comunicado de las FAES.
No obstante, esta versión no refleja lo mismo que la que comentaron cinco testigos reunidos por Reuters, donde confirman que la policía mató a una de las víctimas. No en una balacera, sino en la intimidad de su casa.
Esta versión también se contradice con un video de la víctima, obtenido por la agencia de noticias, donde se ve a José Arévalo suplicando por su vida. El mismo fue grabado por los funcionarios minutos antes de morir.
Arévalo, de 29 años, era trabajador de una tienda que había cumplido condena por robo; y, desde entonces, se desligó de ese tipo de problemas.
“Hermano, no me vayas a matar”, pide el joven en la grabación.
“Si tú colaboras, te vas a ir. Si no, te vas a morir”, contestó uno de los uniformados que irrumpieron en su casa.
Su novia, que vivía con él y sus dos hijos, explicó que se encontraban en la casa cuando las FAES llegaron al sitio. A ella la sacaron del lugar con los niños, mientras estos “resolvían sus asuntos”.
Desde la calle escuchó como su pareja fue golpeada, indicó. Minutos después, escuchó disparos. Posteriormente, observó cómo los funcionarios que sacaban a Arévalo desde su casa, aparentemente muerto y totalmente vestido.
Luego, los agentes acribillaron las paredes de su casa con tiros, simulando un tiroteo; y, antes de irse, robaron un cartón de huevos y la bicicleta de sus hijos, detalló.
“Si mi hijo había cometido algún delito, ellos tenían que llevarlo a un tribunal e imputarle”, aseguró Zuleica Pérez, la mamá de Arévalo y encargada de identificar el cuerpo en la morgue.
“En cambio, decidieron ajusticiarlo”, agregó.
El relato de su novia fue corroborado por cuatro personas más, que se encontraban en el lugar de los hechos. Este caso es uno de los 20 que Reuters recopiló en toda Venezuela, y en los que testigos han descrito como ejecuciones extrajudiciales en manos de las FAES.
José Domínguez, comisionado jefe de las FAES, se negó a comentar sobre la muerte de Arévalo y otros casos. Por su parte, el Ministerio de Interior ni el de Información respondieron a la solicitud de comentarios.
El grupo FAES ha sido acusado por la oposición política, las Naciones Unidas y trabajadores venezolanos de desarrollar ejecuciones extrajudiciales en nombre de Nicolás Maduro.
Un informe de la ONU, difundido en julio, confirmó y denunció las “ejecuciones” de las FAES y solicitó a Maduro que eliminara el grupo.
Por su parte, el jefe del oficialismo valoró el informe de “parcial” y en una cadena de televisión estatal gritó, muy desafiante: “¡Que viva el FAES!”.
La máscara de las FAES
La creó en julio de 2017, cuando encaró un incremento de la delincuencia violenta por el colapso de la economía petrolera del país suramericano. Este conglomerado de agentes fue promocionado por las autoridades como una herramienta para detener y disminuir la ola de criminalidad.
En la otra cara, según políticos de la oposición y expartidarios de Maduro, el escuadrón se transformó en un medio de control social en las zonas populares de Venezuela, agobiados por una crisis alimentaria y el desempleo, donde las redes podrían generar agitación, intimidación y amenazar la hegemonía gubernamental.
En boca de un exfuncionario del gabinete de Nicolás Maduro, el objetivos de las FAES es infundir miedo y evitar que las calles venezolanas den vida a una nueva oposición política.
“Maduro lo usa cuando necesita un cuerpo que esté a su orden totalmente y que ejerza cualquier atropello. Cualquier barbaridad o abuso”, explicó Zair Mundaray, existente de la Fiscalía General, quien huyó de Venezuela después de haberse distanciado del oficialismo, en 2017.
Versiones encontradas
La muerte del joven venezolano comparte condiciones similares con otros homicidios atribuidos al grupo. En todos los casos evaluados, las FAES siguen un patrón, emitiendo un comunicado asegurando que un asaltante armado se resistió a la autoridad y murió en la balacera.
En cada uno de los casos, la narrativa oficial fue refutada por declaraciones de los testigos, fotografías de la escena del crimen o certificados oficiales de defunción.
Reuters investigó seis muertes en Caracas, dos en el estado Miranda, ocho en Lara y cuatro en Guárico.
En cada uno de los escenarios, la evidencia indica que los oficiales del grupo:
Torturaron, o golpearon, a las personas antes de su muerte.
Prepararon o manipularon el sitio donde ocurrió el incidente, generalmente para simular que los individuos agredieron antes a los policías.
Robaron las casas involucradas en esos sucesos o tomaron objetos de propiedad de las personas fallecidas.
Asimismo, en cada caso, los certificados de defunción demuestran que las víctimas recibieron disparos letales en el torso, lesiones que médicos, trabajadores de la morgue y policías activos y retirados dijeron a Reuters que son más empleados en ejecuciones que en intensos tiroteos.
Las heridas son “precisas y en el mismo lugar”, explicó el director de una unidad de trauma de un hospital al que han acudido muchas personas vinculadas en enfrentamientos con las FAES.
Personas relacionados con los métodos del escuadrón dicen que se basan en una red nacional de informantes del vecindario, a menudo leales al oficialismo, para identificar objetivos y planificar operaciones.
Constantemente, persiguen a hombres pobres y jóvenes con antecedentes penales menores. Posesión de marihuana o robo son los más comunes.
Luego, el FAES ofrece declaraciones que afirman haber eliminado a personas “antisociales” o “altamente peligrosas”.
“La misma comunidad sabe quién es el que roba. Sabe quién es el que vende droga, sabe quién es el que extorsiona”, aseguró María Silva, líder estatal en Lara del Movimiento Revolucionario Tupamaro, organización militar de izquierda que apoya a Maduro y ofrece inteligencia local a las autoridades.
“Y al identificarlos, se neutralizan”.
El gabinete de Nicolás Maduro no publica datos oficiales de muertes a manos de las FAES. Los datos internos del Gobierno, chequeados por Reuters, comprueban que 5.280 personas perdieron la vida ante toda la policía de Venezuela después de mostrar “resistencia a la autoridad”, en 2018; siendo esto un aumento del 160%, desde 2016.
Otros datos revelan cifras más elevadas. El Observatorio Venezolano de Violencia, organización gubernamental con sede en Caracas que tiene vínculos con universidades de todo el país, enumeró 7.523 decesos bajo esas condiciones el año pasado. (Venepress)