Muy cerca de donde terminan las gradas y las decoraciones patrióticas para su toma de posesión el viernes, teatros, salas de conciertos y bares exhiben los carteles de decenas de eventos alternativos en defensa de la diversidad que ahora ven amenazada.
«La antiinvestidura», «Baile de paz: voces de esperanza y resistencia», «No mi investidura», «Poesía de rebelión y resistencia», «No gracias: una noche de sonidos antifascistas» son algunas de las iniciativas con las que Washington DC, una de las ciudades más progresistas del país, se desmarca del nuevo presidente.
Los fondos recaudados en estos eventos se donarán además para asociaciones que trabajan en favor de los colectivos que se sienten en riesgo ante el Gobierno Trump: inmigrantes, mujeres, personas de bajos recursos y víctimas de abuso sexual
El mundo se adentra este viernes en territorio desconocido con un hombre que llega a la Oficina Oval con un discurso populista y proteccionista, sin una línea divisoria entre verdades y mentiras, un hombre que veta a la prensa y cuyo comportamiento es imprevisible también en el escenario internacional.
Sus movimientos previos anticipan un pulso con China, un acercamiento a la Rusia de Vladimir Putin, un cambio en el papel en Medio Oriente y un suplicio para México, al que ya ahoga económicamente y en cuya frontera quiere levantar el muro contra la inmigración ilegal sobre el que basó su campaña electoral. «México, de alguna manera, y hay muchas, nos va a reembolsar el costo del muro», insistió la semana pasada.
Nadie apostaba por el multimillonario neoyorquino, de hoy 70 años, cuando hace dos lanzó su carrera política. Pero contra todo pronóstico, se fue imponiendo en las primarias de un Partido Republicano a cuyos líderes no gustaba y acabó ganando los comicios presidenciales del 8 de noviembre, aunque con menos votos totales que su contrincante, Hillary Clinton, y con ayuda de Rusia, según los servicios de inteligencia.
Su ascenso ha dejado al descubierto un malestar con la política tradicional y el establishment, representados ambos por la demócrata Clinton, seguramente la persona más preparada de la historia para asumir la presidencia de Estados Unidos porque durante años se había entrenado para ello.