La violencia contra la mujer es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y generalizadas del mundo. A pesar de algunos avances en legislaciones y políticas públicas, esta problemática persiste y afecta psicológicamente a las mujeres que la experimentan.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la Violencia basada en Género (VbG) se refiere a “todo acto que provoca un daño o sufrimiento efectuado contra la voluntad de una persona y está basado en diferencias socialmente atribuidas a hombres y mujeres”.
En Venezuela, aunque no existen datos oficiales al respecto, muchas organizaciones no gubernamentales se dedican a la gestión de casos de violencia de género. Un total de 43 organizaciones reportan, al clúster de protección del área de responsabilidad de VbG en el país, 82.192 personas asistidas sobrevivientes de violencia, de los cuales el 58% son mujeres, 17% niñas, 15% hombres y 10% niños.
La psicóloga Dorihec Castro, a propósito de su visita a Guayana para el Campamento Psicosocial de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que brindó jornadas de atención psicosocial, charlas formativas para docentes, mujeres, niños y personas de la tercera edad, resalta que la educación cumple un papel fundamental para prevenir la violencia basada en género.
Asimismo, destaca que, aunque las cifras de mujeres violentadas sean mayores, esto no significa que no exista violencia de género dirigida hacia el hombre. Sin embargo, es una realidad sub registrada y sub reportada.
“Es muy difícil que, en una sociedad como la nuestra, un hombre asuma públicamente que es violentado, pero también hay casos donde los hombres igualmente sufren violencia patrimonial (…) hay hombres que sufren violencia física, hay hombres que sufren violencia emocional; teniendo en ocasiones el mismo nivel de afectación psicológica emocional que el que podría tener una mujer”, explicó.
NNA expuestos a la violencia
De acuerdo con Castro, debe ser una prioridad educar a Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) para que entiendan a temprana edad en qué consiste la violencia, cuáles son sus características, qué hacer cuando está presente y cómo prevenirla.
Para la especialista, “crecer en un lugar donde hay violencia implica que hay una confusión tanto en la organización de la personalidad, como en los aprendizajes de los modelos de conducta. No solo de los modelos de conducta, sino de los momentos y de cómo reaccionar emocionalmente a los conflictos”, explicó.
De acuerdo a la psicóloga, los niños y niñas están constantemente expuestos a la violencia y es vital enseñarles a ponerle un nombre a estas conductas, a identificar lo negativas que son y proponer alternativas para resolver los conflictos de manera asertiva. Por el contrario, afirma Doriec, van a crecer normalizando la violencia.
“Lo ideal es que, en cada etapa de educación, desde primaria hasta la universidad, tuviéramos acceso a información actualizada, a información que nos permita sensibilizarnos para poder convertirnos en actores sociales”, señaló.
El trauma de la violencia
La psicóloga considera que hay una alta predisposición a las enfermedades mentales en mujeres que han sido víctimas de violencia desde su niñez, adolescencia o incluso durante su etapa de adultez.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunas de las consecuencias psicológicas en mujeres víctimas de violencia son depresión, trastornos por estrés postraumático, ansiedad, abuso de sustancias, insomnio, trastornos alimenticios y el suicidio.
Castro, además, señala que cuando una persona está expuesta diariamente a vivencias traumáticas y la violencia se mantiene en el tiempo, puede influir en la instalación de un trauma complejo, por lo tanto, puede generar en las víctimas de violencia distorsiones en la manera de expresar sus emociones y dificultades para insertarse en contextos no violentos.
El estudio Abordaje integral de la clínica del trauma complejo, define este concepto como un trastorno que puede llegar a sufrir una persona debido a la acumulación de traumatización crónica. Asimismo, se expone en la investigación que la traumatización incide en la totalidad de la persona, repercutiendo a corto, mediano y largo plazo en la memoria, conciencia, emociones, pensamientos y sensaciones somáticas.
El impacto psicológico de la revictimización
La revictimización o victimización secundaria es un factor externo que vulnera aún más a las sobrevivientes de violencia. Según las Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en condición de Vulnerabilidad (2008), la revictimización es cuando el daño sufrido por la víctima es incrementado como consecuencia de su contacto con el sistema de justicia.
“Algunos funcionarios que tampoco están sensibilizados, se niegan a tomar las denuncias, las desestiman, se burlan de la persona denunciante o inclusive la culpabilizan”, expresó la especialista.
Según la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) es importante que en los interrogatorios de los casos de VbG “la investigación debe intentar evitar en lo posible la revictimización o reexperimentación de la profunda experiencia traumática a la presunta víctima”.
La Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) determinó que un porcentaje importante de sobrevivientes de violencia basada en género desconfía de las acciones del Estado para formular sus denuncias, y que aquellas que sí optan por denunciar, les cuesta seguir con sus casos por las frecuentes agresiones que reciben de parte de algunos funcionarios.
Recursos a tomar en cuenta
Entre las organizaciones no gubernamentales que prestan servicio en la atención de mujeres y NNA en situaciones de violencia basada en género, se encuentran Codehciu, HIAS Venezuela y Tinta Violeta. Castro hace hincapié en la importancia de que las sobrevivientes de violencia conozcan este tipo de organizaciones y que sepan que pueden acceder a los servicios que ofrecen.
“Cuando se recibe a una mujer víctima de violencia, se activa todo un aparato de intervención como la atención psicológica, legal, médica, de intervención familiar, inclusive con algunos consejos de protección porque si hay niños en la familia, pues inmediatamente se debe activar la Ley Orgánica para Niños, Niñas y Adolescentes” explicó.
Asimismo, conocer el violentómetro es un gran recurso para evaluar el riesgo o peligro en el que se encuentra una persona dentro de una relación. UNFPA define el violentómetro como “una escala que nos permite ubicar diferentes manifestaciones de violencia, tales como: celos, gritos, humillaciones, amenazas, chantajes, entre otros”.
Por último, la violencia basada en género sigue siendo un problema complejo que va más allá de las cifras. Como lo destaca la psicóloga Castro, la desinformación y la falta de educación son factores claves que perpetúan esta situación. Por lo tanto, es vital que la sociedad, desde las instituciones educativas hasta los sistemas de justicia, trabajen de manera conjunta para prevenir y erradicar la violencia de género en el país. (Comunicaciones UCAB)