No se trata, en esta ocasión, de la inmortal película protagonizada por Steve McQueen. Esta vez, la realidad ha superado a la ficción, con un escape digno de inspirar la trama de una película. Se trata de la audaz salida de Edmundo González Urrutia de Venezuela, quien, bajo presiones y amenazas, logró evadir las argucias del régimen de Nicolás Maduro.
El exilio de Edmundo González Urrutia, presidente electo de Venezuela, ha sido el centro de intensas especulaciones sobre el rol de España y las negociaciones ocultas entre Madrid, Caracas y la oposición venezolana. Lo cierto es que sin la participación de todos los actores involucrados, Edmundo habría terminado atrapado en la Embajada de España, sin posibilidad de salir, debido a la negativa del régimen de otorgar el salvoconducto de estilo.
Sin embargo, lo que parecía un intrincado juego de ajedrez entre coacciones y diplomacia culminó con una salida perfecta: González firmó el espurio documento, recibió su salvoconducto y partió en un avión de la Fuerza Aérea española hacia Madrid, donde fue recibido como un héroe.
El Juego Diplomático
Desde el gobierno español, el ministro de Relaciones Exteriores, José Manuel Albares, negó categóricamente que se hubiera producido alguna negociación con el régimen de Maduro para facilitar la salida de González Urrutia. Según Albares, el asilo político fue solicitado por el propio González, y se le ofreció la posibilidad de permanecer en la residencia del embajador en Caracas si esa era su decisión.
Sin embargo, los acontecimientos revelan una trama más compleja. El presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Jorge Rodríguez, y la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, llegaron a la residencia del embajador español con un documento que González debía firmar para obtener su libertad. Esta presión, claramente descrita por González Urrutia como una coacción, fue negada por los representantes del chavismo, quienes aseguraron que la firma fue voluntaria.
Las declaraciones de los distintos protagonistas pintan un panorama confuso. Por un lado, Albares insiste en que no hubo concesiones por parte del gobierno español. Por otro, Delcy Rodríguez admite que “amplias conversaciones y contactos” tuvieron lugar entre ambos gobiernos para garantizar la salida del opositor con el salvoconducto necesario.
Estos intercambios diplomáticos fueron clave para que el avión español aterrizara en Caracas y trasladara a González Urrutia a Madrid. No cabe duda de que España jugó un papel crucial en la ejecución de esta operación, aunque niegue cualquier acuerdo político.
No Contaban con mi Astucia
Lo que más sorprende en esta historia es la habilidad de González Urrutia para sortear los obstáculos que le imponía el régimen chavista. Si bien fue forzado a firmar el documento, su salida de Venezuela fue, en última instancia, una victoria estratégica.
Al cooperar con el chantaje impuesto por el gobierno, González aseguró su libertad y logró evitar un confinamiento indefinido en la embajada española. Como señaló la líder opositora María Corina Machado, el régimen quería que él se fuera, y lo obligaron a hacerlo. A pesar de ello, González se las ingenió para dejar a la dictadura en jaque.
La llegada de González a Madrid a bordo del Falcon de la Fuerza Aérea española fue el desenlace de una jugada maestra que involucró tanto a la diplomacia española como a la astucia de González. A su arribo, fue recibido como un héroe por la oposición venezolana en el exilio y sectores políticos en España que lo reconocen como el presidente electo de Venezuela.
Prueba Superada
En resumen, sin la participación de todos los actores involucrados, Edmundo González Urrutia probablemente habría terminado asilado indefinidamente en la Embajada de España, esperando en vano un salvoconducto que nunca llegaría. El quid pro quo era claro: “firma la carta y te damos el salvoconducto”.
Afortunadamente, todo salió como estaba previsto. González, consciente de las cartas que tenía en mano, se “bailó” a la dictadura venezolana con la complicidad del gobierno español. Su salida no solo fue un éxito diplomático, sino una demostración de su capacidad para navegar las aguas turbulentas de la política venezolana sin perder su dignidad ni su compromiso con el soberano.
Ahora en Madrid, como figura emblemática de la resistencia democrática en Venezuela, Edmundo González Urrutia ha dejado claro que su lucha está lejos de terminar. Aunque el régimen de Maduro intentó acallarlo, su escape ha fortalecido su posición como líder opositor y ha expuesto aún más las tensiones internas dentro de la dictadura venezolana.
Y, para los que recuerdan el españolísimo Juego de la Oca, esto ha sido una “prueba superada”.
_____________________________________________________________________________________
Venezuela Unida Editores