La célebre periodista y urbanista norteamericana Jane Jacobs, escribió en su libro “Vida y muerte de las grandes ciudades” que la gente no se sienta a observar una calle vacía, sino una llena de gente, haciendo referencia a que son las personas las que conforman el alma de una urbe y le aportan su mayor riqueza. Bajo esa premisa esta semana la Asociación de Comerciantes del Centro de Puerto Ordaz (ACEC), sostuvo una primera reunión para pensar en cómo revitalizar y dar valor agregado al casco central de la ciudad.
Y es que las ciudades, como la gente son un organismo vivo, que nace, crece y se desarrolla, y Ciudad Guayana es sin duda un claro ejemplo de ello, con su conurbación vieja de San Félix y la más nueva de Puerto Ordaz, que nació hace poco más de 60 años del lado occidental del río Caroní, en torno al casco original del Centro Cívico, erigido junto a la primera empresa de la zona, la Orinoco Minning Co, que con el tiempo se convirtió en nuestra pionera Ferrominera del Orinoco.
Así un pequeño grupo de comerciantes y amigos de la ciudad se reunieron bajo la convocatoria de Gabriela Mazzerioli, directiva actual de ACEC y la Oscar Tillero para conversar y plantearse el reimpulso del casco central de Puerto Ordaz, el corazón original de la ciudad y antiguo eje del mover económico y de la vida en la urbe más nueva del país.
De corazón económico a calles solitarias
Y es que realmente ese otrora pujante y muy activo centro de Puerto Ordaz, donde hacían vida más de 300 comerciantes y que estaba lleno de personas día y noche con los primeros grandes centros comerciales de la ciudad y la mayor acumulación de restaurantes, cafés, lugares para reunirse y disfrutar hoy día se encuentra más bien sólo.
Tillero en su exposición habló de como Puerto Ordaz, la ciudad más planificada de Venezuela, se creó hace más de medio siglo pensando en un polo de crecimiento hacia la meseta de Altavista, donde se erigió en un peladero para su momento, la sede de la CVG, y donde hoy se concentra buena parte de la vida comercial de la ciudad, y hace décadas no competía con el centro del casco fundacional. Eso según destacó el parte del dinamismo y desarrollo de las ciudades, incluso de una tan joven como la nuestra.
Hoy, comentaba Mazzeiroli, el otrora muy movido casco central de Puerto Ordaz está más bien desolado, con sus anchas calles con pocos vehículos y menos peatones, producto de muchas causas, pero sobre todo falto de amor y reimpulso. Que debe venir de la gente que lo habita y rodea, pues ese como decía la citada Jacobs, es el corazón verdadero de las ciudades.
Ciudad de todos con el esfuerzo de todos
Y en esta reunión preliminar se evaluaron los problemas, pero más que hacer un rosario de quejas, lo que se planteó entre los asistentes es darle calor humano a las premisas de los fundadores y hacedores de ciudad como Sucre Figarella y Rafael Alfonso Ravard, que confiaron en la capacidad de la gente y la organización para levantar esta pujante urbe donde sólo habían potreros y terrenos que inundaban los ríos.
Por ello la reunión se centró en evaluar las fortalezas y numerosos potencialidades del casco central de Puerto Ordaz, comenzando por el hecho real de que está rodeado por un gran núcleo de personas que constituyen la parroquia universidad y se aglomeran a su alrededor en un desarrollo urbanístico pensado en espacio abiertos, con vías de gran amplitud y pocos edificios muy elevados, pero con urbanizaciones y árboles en abundancia, con habitantes, esos que le dan vida a las ciudades como decía Jane Jacobs.
Y precisamente esta periodista y urbanista sostenía la tesis de que las ciudades eran de todos, lo que permite pensar que el esfuerzo para hacer mejores y más habitables es también de todos. De donde los asistentes a la reunión sacaron la idea de comenzar por reunir a los miembros de ACEC, de convocar al gobierno local y regional para sumarlos en un plan participativo donde se pueda volver a impulsar la vida activa del centro de Puerto Ordaz, desde perspectivas como la economía naranja y las premisas del desarrollo sostenible de la Agenda de la ONU 2030.
La reunión de soñadores, como la bautizaron los asistentes, es apenas la semilla de un plan, de una idea creativa de los enamorados de Guayana para darle nueva vida al corazón latente de Puerto Ordaz, a ese casco central que atesora las edificaciones y calles que constituyen hoy la historia joven de nuestra urbe.
Falta ahora sumar la iniciativa y el impulso de los comerciantes y empresarios del centro, de los habitantes de la zona y de los Guayaneses en general para desarrollar políticas y acciones participativas que permitan cambiar de calles vacías a otras llenas de personas, llenas de vida digna de sentarse observar pasar, como escribió Jacobs. (Gustavo Montaña – CNP 8235)