Esta es una pregunta frecuente en los días que corren.
El tiempo pasa y la gente se sorprende porque el régimen no ha tomado ninguna de las medidas creadas en los rumores.
La respuesta más sencilla es que esperan la mejor oportunidad. Pero el crecimiento de la exigencia de cambio no se detiene.
Ya no es sólo una demanda partidista sino la determinación de un pueblo.
Una avalancha que supone que de ella forman parte franjas de votación de los tradicionalmente no alineados y de chavistas descontentos.
Nadie cree ya en los jueguitos de palabra para justificar la abstención.
Todos saben que votar es elegir entre autoritarismo o democracia; continuismo o renovación; pasado o futuro.
O como lo siente la gente de a pié, entre hambre y prosperidad.
A las bases populares opositoras, chavistas y del ancho mundo independiente los une una aspiración común: Vivir mejor.
No votan por motivos ideológicos sino para tener derecho a satisfacer necesidades existenciales.
Vivir mejor abarca mejoras tangibles en temas como salario y pensiones, comida, luz, agua, salud, educación y convivencia en paz.
Los venezolanos saben que quien abrió el hoyo, lo ensanchó y lo profundizo no puede prometer salir del hoyo. Es hora de su relevo tranquilo. Para el 28 se ve a un candidato ganador. Un independiente desconocido que transmite seguridad en un cambio pacífico, concertado y con un gobierno plural donde participen los mejores.
Un gobierno que pueda establecer los acuerdos necesarios para encarar la recomposición y relanzamiento de la economía, las instituciones, la calidad de vida y estimular un civismo humanista y democrático.
Vemos que el 28 la victoria de la gente con Edmundo va a ser abrumadora.
Y que la gente está restiada con ese propósito porque intuye que una avalancha de votos es la mejor garantía de aceptación de los resultados y el comienzo de un cambio en paz.
En el campo dominante existen sectores que no comparten la involución de Venezuela hacia el insostenible modelo de Nicaragua.
El objetivo de Maduro es ganar como sea posible. Pero existen indicios que consideran y se preparan para adaptarse a otros escenarios.
Entre ellos, observamos: 1. Actuar para reducir al mínimo la ventaja de Edmundo; 2. Proteger todos sus enclaves de poder en el Estado y sus posiciones ganadas con votos; 3. Abrirse a una negociación que puede incluir su participación en la transición.
Este escenario busca conservar suficiente poder para impedir una derrota bola de nieve del madurismo.
La existencia de esta carta, supone intensificar la represión selectiva; aumentar la intimidación sobre los miembros del padrón electoral y centuplicar todas las acciones para rebanar la votación favorable al cambio político.
En las dos próximas semanas los hechos proporcionarán respuestas que hoy ignoramos.
El régimen puede inhabilitar la tarjeta de la manito y dejar correr a Edmundo o puede inhabilitar las tres tarjetas que hoy permiten votar por él y sacarlo arbitrariamente de la competencia electoral. Suponemos que la P.U. y María Corina ya deben tener respuestas políticas y electorales para estas graves vulneraciones a la Constitución. Ganando, no se patea la mesa así haya que cambiar de jugadores.
Un papel relevante en el respeto a la voluntad soberana del pueblo, lo tendrá nuestra Fuerza Armada. Ella está llamada a cumplir su misión constitucional, reconocer el resultado de la votación en las mesas y garantizar el inicio de una transición sin perturbaciones de la paz pública.
Un nuevo país está en marcha. Hay que disponerse a defenderlo con firmeza y alegría el 28 y más allá.