Cardenal Baltazar Porras: Quien ha hecho santo a José Gregorio es el propio pueblo

15 octubre 2025 | Sociedad

El domingo 19 de octubre el papa León XIV canonizará al médico venezolano José Gregorio Hernández en la plaza de San Pedro, en Roma. Por fin. Tuvo que transcurrir más de un siglo de su muerte, acaecida en Caracas el 29 de junio de 1919, y setenta años desde que se empezó a hablar de que había nacido un santo entre nosotros y de que se había hecho médico en la Universidad Central de Venezuela.

Mucha gente ha trabajado para que ese día ese señor tan serio, tocado con sombrero negro, cuya foto los venezolanos de cualquier convicción guardamos en los monederos y depositamos en la cabecera de los enfermos amados, ascienda a los altares. Pero en la última década, ninguno de los fajados en esta lucha ha aportado tanto a su cristalización victoriosa como el cardenal Baltazar Porras.

—¿Qué significa una canonización, cuál es su valor en el siglo XXI?

—El significado fundamental es que ese reconocimiento que hace el Papa, la Santa Sede, convierte al canonizado en modelo y referente universal. Esa es la única diferencia que hay entre beatificación y canonización. Con la beatificación se le rinde culto en el ámbito donde vivió, donde desarrolló su actividad, pero no tiene todavía el nivel de reconocimiento de pasar al calendario universal. A partir del 19 de octubre, día de la canonización, la fiesta de José Gregorio Hernández (JGH) será el 26 de octubre en el calendario universal de la Iglesia. Ese día se celebrará en el mundo la memoria de José Gregorio Hernández.

—¿El 26 de octubre será el día de San José Gregorio Hernández?

—Sí, porque la Santa Sede designa una fecha, que normalmente es la de la muerte, pero él murió el 29 de junio, que es la fiesta de San Pedro y San Pablo y, pues bueno, esa fiesta tapa todo. Entonces, se escogió, a solicitud nuestra, la fecha de su nacimiento: el 26 de octubre, que en el calendario litúrgico de la Iglesia universal será el día de la fiesta de san José Gregorio.

—¿Qué aporta el trujillano a un vecindario donde ya están ni más ni menos que Pedro y Pablo?

—Mucho. Por la persona concreta de José Gregorio, por la trascendencia de sus mensajes. No solo lo que sabemos, que fue el médico de los pobres, sino que su mensaje es de un bautizado, de un laico. No era un sacerdote, no era una religiosa, no ocupó en la Iglesia ningún cargo; y, sin embargo, su trascendencia es mucho mayor porque él era un cultor de la paz y de la convivencia entre distintos. Prueba de ello es que no tuvo empacho en trabajar con Luis Razetti y con otros médicos que podían creer [en Dios] o no, pero lo que los unía era la salud de los venezolanos, el bien de los venezolanos, que está por encima de cualquier cosa. Por eso, tras su muerte, los primeros testimonios fueron de no practicantes como el doctor Razetti, quien era agnóstico, o el de Rómulo Gallegos. Ellos sabían que en aquel hombre había algo distinto, difícil de entender, algo admirable.

Y está ese voto, el de ofrecer su vida si cesaba la Primera Guerra Mundial [1914- 1918], algo que se supo después. Pues resulta que el Armisticio se firmó el 11 de noviembre de 1918 y José Gregorio murió unos meses después, el 29 de junio de 1919. Por eso, el papa Francisco lo nombró copatrono de la Cátedra de la Paz de la Universidad Lateranense, que es la universidad del papa, donde el viernes 17 habrá un acto académico presidido por el rector, pero el orador principal será un venezolano, monseñor Edgar Peña Parra, sustituto en la Secretaría de Estado.

—¿Usted intervendrá también en ese evento de la Universidad Lateranense?

—Sí, e insistiré en que el mensaje de José Gregorio Hernández tiene una gran actualidad. No es un santo del pasado. Por el contrario, en un país dividido, en un país con intolerancia, el personaje que más une a los venezolanos, sean creyentes o no, estén por un lado o por otro, es él.

—¿Por qué se tardó tanto esta canonización si, como usted dice, los méritos estaban clarísimos?

—La explicación es muy sencilla: en Hispanoamérica no tenemos tradición de hacer causas de santos. La de José Gregorio fue la primera causa de santos que se abre en Venezuela y se abrió treinta años después de su muerte. Hay que cumplir muchos pasos y, nosotros, que podemos ser un poco folclóricos, creímos que bastaba con afirmar que se habían producido milagros. Eso hay que documentarlo, presentarlo según unos códigos establecidos; en fin, cumplir con una serie de normas muy estrictas a las que se le fueron dando largas. Pero tuvimos la suerte de llegar a Caracas, donde pude formar un buen equipo y, bueno, se echó adelante la causa, cumpliendo todo y, claro, machacando las cosas.

—Usted hizo, entonces, un expediente ya no folclórico sino profesional.

—Y tanto el papa Francisco, tras leerlo, me dijo: “Estamos aquí ante un gran santo, que tiene una gran actualidad para el mundo de hoy”. El papa Francisco me comentó que había oído de un médico venezolano muy milagroso, pero que no tenía mayor información.

—O sea, que también se había fallado en las comunicaciones, en echar el cuento de José Gregorio.

—Es posible. También porque quien ha hecho santo a José Gregorio es el propio pueblo. Pero ya esa tarea, la de las comunicaciones, está cumplida también.

—Hay algo que llama la atención y es el hecho de que usted se codea con papas y es quien lleva los archivos probatorios de la santidad de José Gregorio, pero su nombre no aparece en la programación adelantada por el régimen de Maduro a propósito de la canonización.

—¿Quién? Dónde. No, yo estaré al lado de León XIV.

En este punto, el cardenal Porras parece perder la energía demostrada desde el comienzo de la conversación. De pronto, luce cansado, se contorsiona para buscar su celular perdido entre los cojines del sofá. Ubica el aparato y le echa un vistazo sin interés. Es evidente que le he planteado un asunto que lo aburre.

—Estaré en el Vaticano, al lado de León XIV —responde, por fin.

El rol del cardenal Baltazar Porras en el proceso de canonización de José Gregorio Hernández ha sido protagónico y fundamental en la etapa final de la causa. No por nada ha sido identificado como el principal promotor, el líder estratégico de la causa del beato en su ruta hacia los altares. Para empezar, no se sentó a esperar que llegara un milagro, sino que lo buscó, lo consiguió, lo documentó y llevó las carpetas al Vaticano. Su llegada a la Arquidiócesis de Caracas, de hecho, significó un cambio radical en la dinámica del proceso, al que se dedicó, y su cercanía con el papa Francisco ha sido destacada como un factor clave para acelerar el proceso.

Aunque el postulador (en Roma) y el vicepostulador (en Venezuela) son los encargados técnicos, Porras, como arzobispo de Caracas (la arquidiócesis donde ocurrió la causa del milagro) y como cardenal, es la figura de más alto rango que ha impulsado la causa y representado, ante la Santa Sede, el fervor y la voluntad de la Iglesia venezolana y del pueblo. La canonización ha sido la máxima prioridad de su gestión, lo que explica que la causa de Hernández, en proceso durante décadas, se agilizó y entró en etapa final con la intervención de Porras como catalizador para la culminación exitosa. Eso lo sabe el mundo entero y los cielos también.

Pero, llegada la hora de la ceremonia por la que Porras ha bregado tanto, el régimen de Maduro adopta una postura de apropiación con claras implicaciones políticas, emitiendo comunicados oficiales y organizando unas celebraciones en Venezuela en cuyo elenco no se incluye a Porras, cardenal, arzobispo emérito de Caracas y, sin duda, el gran promotor de la canonización de JGH, sino a otra figura de alto rango de la Iglesia venezolana, que ha participado en las reuniones de coordinación con el régimen de Maduro para la celebración de la canonización.

Son otros quienes se reúnen con la comisión del régimen señalado en diversas instancias internacionales de violador sistemático de derechos humanos. A Porras ni lo mencionan. Pero esta tarde en Madrid, de camino al Vaticano, no tiene ganas de hablar de eso. Cambia el tema, finge que no ha oído lo que se le plantea, es como si le hablara de algo muy remoto o muy insignificante.

—Hay una serie de obispos —dice en respuesta rezagada a la cuestión de las comunicaciones— aquí, en España, pero también en países de toda América Latina, pidiéndome que vaya a presidir misa por José Gregorio. Pero les he explicado que no puedo, porque voy a presidir, el 26 de octubre en Isnotú, esto es, en su fecha de nacimiento y en su pueblo, los eventos que están preparando los trujillanos, que ciertamente se están botando de lo bien que lo están haciendo. Y es que ahora Isnotú se convierte en un sitio de trascendencia no venezolana, sino universal.

—Se ha dicho que en la tardanza en canonizar a JGH influyó el hecho de haber sido cooptado por las llamadas “cortes malandras” o algo así.

—Conviene distinguir el arraigo popular del culto a José Gregorio en contraste con quienes hacen un uso mercantil de su figura. De la fe de la gente, en la intercesión del médico piadoso ante Dios para sanarlos, dan fe los miles y miles de placas que los creyentes llevan a Isnotú. Son miles y miles, ya no hay dónde ponerlos. Y en La Candelaria hay más de cinco toneladas de milagritos, figuritas que representan partes del cuerpo que han sido sanadas gracias al concurso del santo de la empatía. Por eso a José Gregorio no hay que hacerle propaganda ni publicidad, porque su solo nombre atrae a miles y convoca la fe y la emoción. Desde el Concilio de Trento, del siglo XVI, a nadie se le puede rendir culto dentro de la Iglesia mientras no sea declarado santo. Con JGH ha ocurrido que, en el momento en que la Iglesia ha reconocido la santidad pública y que se puede rendir culto, ha disminuido enormemente el negocio de quienes quieren aprovecharse con él.

—¿Nos hará nuestro santo el milagro que todos esperamos?

—En eso estamos. (EN)

De Isnotú a Caracas, la emoción por la canonización de José Gregorio Hernández

Venezuela se acerca a la histórica canonización del doctor José Gregorio Hernández, que tendrá lugar el domingo 19 de octubre en la Basílica de San Pedro, y tanto en Isnotú, el pueblo trujillano donde nació el 26 de octubre de 1864, como en Caracas, donde ejerció su profesión y descansan sus restos, los devotos viven la emoción de rendirle homenaje y esperan la elevación al altar del médico de los pobres.

A pocos días del esperado momento, se ultiman los detalles. En Isnotú, las autoridades locales han acondicionado las principales vías, adaptado estacionamientos y baños públicos, y decorado los accesos al pueblo, relataron a El Nacional líderes religiosos.

El interés por estar presente se refleja en las posadas y hoteles copados, mientras que los propios habitantes y comerciantes se suman a las labores de embellecimiento ante la llegada masiva de visitantes.
José Gregorio Hernández, optimismo y gratitud

(Photo by JUAN BARRETO / AFP)

“La gente está contentísima y entusiasmada por lo que pasará en Roma, pero también por lo que pasará en Venezuela. Hay mucho entusiasmo por los actos de canonización. Se nota la iniciativa de la gente participando, motivando, reservando espacios y organizando caminatas y peregrinaciones”, relató.

En Caracas, los preparativos se concentran en la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, donde reposan los restos del beato.

En este templo, donde se realizan trabajos de limpieza y mejoras en la infraestructura, así como en sus alrededores, se quintuplicó la visita de feligreses tras el anuncio de la canonización del venerable, después de un largo camino que se inició en 1949.

“Desde la mañana hasta la noche hay personas peregrinando ante el altar. La ofrenda floral y los velones encendidos delante de José Gregorio son una constante imposible de cuantificar”, aseguró Gerardino Barracchini, rector del santuario y vicepostulador de la causa del beato.

En la iglesia se transmitía emotividad y esperanza, y en momentos, solo había silencio, interrumpido por las oraciones y el ruido ocasionado por los trabajos de remodelación. Con frecuencia llegaban creyentes a encender sus velas y a orar ante el llamativo altar dorado donde se encuentra la imagen de José Gregorio Hernández.

Yaneth, como muchos, lloraba por el profundo agradecimiento que siente hacia el futuro santo, a quien atribuye un milagro en la vida de su hijo.

“Mi hijo mayor nació con los pies torcidos. Si llegase a crecer, caminaría con los tobillos y mi fe fue demasiada hacia el doctor José Gregorio Hernández. Y le doy gracias porque mi hijo tiene 25 años y camina en perfectas condiciones. A él mismo le dio alopecia y le prometí al doctor que llegaría hasta Isnotú si curaba a mi hijo y se me cumplió. Fui a Isnotú con mi hijo y le llevé un rosario. Por eso soy muy devota al doctor José Gregorio Hernández”, relató con voz entrecortada.

Otra devota recordó cuando tenía 11 años de edad y vio cuando su madre cayó al suelo debido a un fuerte ataque de nervios.

“En mi casa había unas escaleras y me senté allí a llorar y a orar por mi mamá. No quería quedarme huérfana. Mi mamá tenía un cuadro en el que aparecía José Gregorio Hernández al lado de un enfermo y en ese momento le pedí por ella, no quería que se muriera. Mi mamá era joven, y desde ese momento se recuperó y nunca más sufrió esos ataques. De ahí nació mi fe. Siempre le pongo su velita por agradecimiento. Los favores y los milagros de Dios nunca se olvidan”, manifestó.

La plaza adyacente a la iglesia de la Candelaria se transformará en un punto de encuentro para quienes deseen acompañar el acto de canonización el 19 de octubre. Allí se instalarán pantallas gigantes y sonido para que los devotos vean en vivo la ceremonia que oficiará el papa León XIV en Roma y que, en el huso horario de Venezuela, será a partir de las 4:30 a. m.

El padre Gerardino Barracchini resaltó que la alegría que se vive en el templo no se reduce a la emoción de la canonización, sino también a la esperanza. “Tanto José Gregorio como la madre Carmen Rendiles, que será canonizada el mismo día, sembraron paz, unidad y encuentro. Esos valores los necesitamos como país, para reencontrarnos más allá de la ideología o de la posición social”, dijo.

El venerable “ya lo ganó todo”

La canonización del médico de los pobres, en opinión del rector del santuario de Isnotú, no añade nada al santo, sino que ofrece a los fieles un modelo de virtud.

“Desde el punto de vista espiritual, la persona en sí no gana. Lo que estamos reconociendo es que ya lo ganó todo. Lo que él deseaba ya lo tiene: la gloria de Dios, la santidad, la presencia de Dios. Lo que nos hace bien a nosotros y a la Iglesia es tener un modelo de virtudes que imitar”, explicó.

Insistió en la importancia de conocer la vida de José Gregorio Hernández más allá de la devoción.

“Pasemos del cariño devocional a conocer mejor su vida. José Gregorio fue un académico, profesor de la Universidad Central de Venezuela, un científico. Él vivió momentos difíciles, pobreza, persecuciones, responsabilidades familiares y académicas. Conocer mejor su vida permite valorar y profundizar en nuestra fe y en la contribución que hizo a la sociedad y a la ciencia en Venezuela”, manifestó.

Insistió además en que su legado académico, científico y médico debe profundizarse en universidades y centros educativos. “Ojalá que crezca esto que se está haciendo en las universidades y no se quede solo con la canonización; que se profundice más el estudio de la vida y las obras del doctor”, dijo.
Los “tres grandes momentos” en Isnotú

El santuario y la diócesis de Trujillo organizaron un programa que combina actos religiosos, académicos, culturales y sociales. “Estamos reparando lo que es el templo, adaptando el Museo Diocesano, el Museo del doctor José Gregorio Hernández y el sitio donde él nació para atender las logísticas de estos eventos”, detalló Álvarez.

Paralelamente, indicó que se creó una comisión diocesana para coordinar diversas tareas internas y que las autoridades de Trujillo colaboran con la preparación logística del pueblo y sus alrededores, incluso solventando fallas en los servicios públicos esenciales, como la electricidad y el agua. “Eso nos agrada mucho porque era necesario que se dieran estos pasos”, enfatizó.

Debido a la capacidad limitada del pueblo, los actos centrales se dividirán en tres “grandes momentos”:

Domingo 19 de octubre: coincidiendo con la canonización en Roma, se realizará una vigilia durante toda la noche, una caminata desde Valera a las 6:00 de la mañana con la imagen hiperrealista del santo y una misa a las 12:00 del mediodía. También habrá varias actividades: serenatas, homenajes y oraciones.

Sábado 25 de octubre: se celebrará la fiesta litúrgica del doctor José Gregorio Hernández, coincidiendo con su natalicio. Nuevamente, se realizará una caminata desde Valera y una misa solemne presidida por el cardenal Baltazar Porras.

Sábado 1 de noviembre: habrá jornada nacional con la participación de obispos y arzobispos de Venezuela, presidida por el nuncio apostólico del papa en el país, monseñor Alberto Ortega, en el marco de la fiesta de Todos los Santos.

Álvarez, sin embargo, pidió la colaboración a los devotos para evitar el colapso en Isnotú: “Esperamos que no se vengan todos el 19, que tratemos de fraccionarnos y ver quiénes pueden venir el 19, quiénes el 25 y quiénes el 1 de noviembre. Eso nos permite organizar mejor la logística”.

Aclaró que el santuario permanecerá abierto durante toda la jornada, lo que permitirá que los visitantes asistan a cualquier hora y conozcan el museo y el sitio de nacimiento del futuro santo.

Procesión con la aureola desde La Pastora

“Será un gesto muy simbólico. Inmediatamente, después de la ceremonia en el Vaticano, se coronará la imagen con la aureola”, explicó Barracchini, quien agregó que durante la madrugada y todo el día se realizarán actividades culturales y religiosas, con música y oraciones, en honor al médico de los pobres.

El 25 de octubre se oficiará una misa de acción de gracias en el Estadio Monumental de Caracas Simón Bolívar y el 26 se celebrará por primera vez la fiesta litúrgica de José Gregorio Hernández como santo. La jornada incluirá diversas actividades religiosas y culturales a lo largo del día, que culminará con una gran procesión en su honor.

José Gregorio Hernández cuenta con una amplia comunidad de creyentes en Caracas, donde llegó en su adolescencia y continuó sus estudios. En 1888 se graduó en la Universidad Central de Venezuela. Gran parte de su vida transcurrió en La Pastora, lugar en el que también instaló su consultorio y atendía a pacientes de todas las clases sociales, con especial dedicación hacia los más pobres.

En esta parroquia caraqueña, el 29 de junio de 1919, el doctor fue arrollado por un vehículo —que se ha aclarado que no era el único que había en el país en ese entonces. Las investigaciones señalan que el carro lo conducía Fernando Bustamante Morales, quien era amigo cercano de Hernández.

El padre Gerardino Barracchini dijo que la canonización de José Gregorio Hernández debe verse como una oportunidad de reconciliación para Venezuela, en el contexto político y social que se vive.

“Es necesario sanar heridas y enfermedades espirituales que nos agobian, el odio, la división. El papa lo ha dicho: busquemos lo que nos une y no lo que nos divide. Venezuela es un país de gracia, y este año Dios lo ha mirado de manera especial”, expresó.

El rector recordó que cada año miles de devotos acuden a la Candelaria, especialmente en fechas como el natalicio o el aniversario de la muerte del beato. Para garantizar la seguridad el 19 de octubre, explicó, se cuenta con apoyo de autoridades civiles, cuerpos policiales y voluntarios que colaborarán en el orden.

Para Barracchini, la devoción confirma que José Gregorio Hernández “es un santo que une a todos los venezolanos”.(EN)

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