Calidad de vida democrática; Rene Nuñez

21 julio 2020 | Opinión

La falta de integridad en el ejercicio democrático suele terminar en vicios,
corruptelas y desconfianza en las instituciones como en los ciudadanos.
Giovanni Sartori decía “La democracia solo es capaz de sobrevivir
cuando sea entendida por los ciudadanos”.
La democracia no es simplemente salir los electores a votar por sus
representantes de gobierno. Se trata de que el sistema garantice la
eficiencia, la transparencia, la rendición de cuentas y la participación
ciudadana para prevenir o evitar las crisis políticas, económicas y sociales
en las sociedades.
La democracia, insisto, no se inicia y concluye en la urna. El voto es el
paso inicial para estructurar la complejidad de gobierno que se precie de
serlo. Se exige un voto ejercido con conciencia y calidad, asociado esta
última a la pertinencia de una institucionalidad garante de amplios
derechos civiles, políticos y humanos más allá del mero ejercicio del
sufragio. Igualmente, a la selección de los más capacitados y probos como
autoridades políticas y legislativas, para asegurar una democracia abierta
y funcional.
La democracia descansa fundamentalmente en 5 principios: 1. La libertad
de: opinión, de asociación, de reunión, de creación, de protesta, de
comunicación social. 2. El trato igualitario de todos los ciudadanos ante
la Constitución y las leyes. 3. El respeto a la diversidad de pensamientos
y acciones (la tolerancia) 4. La solidaridad (inteligente no incondicional)
y 5. La participación de los ciudadanos en todos los espacios previstos en
la normativa constitucional y legal.
El régimen democrático “per se” es transparente. Garante de que la
gestión y los resultados sean conocidos por el pueblo mediante la
rendición de cuentas claras y oportuna. La ciudadanía le asiste el derecho
de exigir explicaciones cuando sus gobernantes y legisladores cometen
abusos, corruptela, fraude o despilfarro con los dineros públicos.
Se trata, entonces, de un compromiso holístico de eficiencia, probidad y
justicia sistémica. La estructura justiciera constituida es la responsable de
velar por que el mandato constitucional se ejerza ajustado a derecho, a la
ética, a los valores y a los planes de compromisos convenidos con los
nacionales.
Las deficiencias en estas materias son muy marcadas y evidentes en las
democracias latinoamericanas. Las instituciones vigilantes y responsables
de controlar la gobernabilidad como el Tribunal Supremo de Justicia, los
tribunales ordinarios, la Fiscalía General del Estado, la Controla General
de la Republica, están altamente politizadas y, por ende, viciadas.
Un sistema de libertades es abierto y participativo. La tecnología
comunicacional de estos tiempos modernos permite, facilita y garantiza
la inclusión de los pueblos en procesos de toma de decisiones públicas.
Hay países, como el novedoso caso de Islandia; donde la población utilizó
las redes sociales como medio de debate, redacción y aprobación de su
constitución nacional. Después de tantos años de desencuentros y
conflictos domésticos. Un acto de conciencia soberana y avance
democrático sin precedentes.
La calidad de la democracia tiene que ver también con la
profesionalización, competencia y meritocracia de los funcionarios
públicos. No cabe duda, el conocimiento y la competencia contribuye
significativamente a combatir el mal común de los pueblos atrasados en
desarrollo como lo son el nepotismo y las influencias partidistas en el
ejercicio de gobierno.
Los partidos, por su lado, han de ser los primeros en dar ejemplo de
democracia interna y representativa. Procurando y permitiendo a la
militancia escoger sus líderes o autoridades mediante elecciones
primarias; evitando el autoritarismo y la oligarquía en los partidos que
tanto daño han hecho a la gobernabilidad política. Si a la mayoría de las
organizaciones partidistas latinoamericanas se les aplicara los 5 principios
antes referidos, muy pocas de ellas pasarían el examen.
También se hace necesario la regulación de los grupos y medios de
presión a favor de determinados intereses políticos y de gobiernos
(Grupos económicos, financieros y medios de comunicación social)
En resumen, se puede concluir, para que el Estado pueda cumplir con sus
tres fines a los que se debe: proporcionar a sus ciudadanos bienestar,
seguridad y justicia en libertad; se requiere contar con una democracia
y una ciudadanía de calidad.
“La democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los
problemas y la existencia de medios para resolverlos”. Enrique Múgica
Herzog
Instagram nunezrodriguezrenejesus Edición 1534
Facebook Rene Núñez Rodriguez
@renenunez51
Esta columna se publica también en soynuevaprensadigital.com y el
correofinanciero.com

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